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Ictus · El depredador silencioso

Autora: Ane Miren Gutiérrez-Muto

 

Estamos seguros de que has escuchado bastante hablar del ictus, y de que además tienes a alguien cercano a quién ha podido ocurrirle.

¿Te has planteado en algún momento cómo cambia su vida? ¿Cómo podemos saber si nos puede ocurrir?

A continuación, te contamos todo lo que necesitas saber del ictus, desde cómo sucede y sus consecuencias, hasta terapias innovadoras y pioneras en Neurociencias que están mostrando los mejores resultados.

Ictus, el depredador silencioso

El ictus, también conocido como accidente cerebrovascular (ACV), es una de las emergencias médicas más graves que puede afectar al cerebro, y sus consecuencias pueden ser devastadoras si no se actúa rápidamente. En España, el ictus representa una de las principales causas de muerte y discapacidad, con unas cifras alarmantes que reflejan su magnitud: cada año, cerca de 120.000 personas sufren un ictus, lo que equivale a un caso cada cuatro minutos. Además, aproximadamente 650.000 personas viven con alguna forma de discapacidad causada por un ictus en el país, lo que subraya la urgencia de prevenir, tratar y rehabilitar esta afección.

Cuando se produce un ictus, el flujo sanguíneo a una parte del cerebro se ve interrumpido de manera abrupta, privando a las células nerviosas (neuronas) de oxígeno y nutrientes esenciales para su funcionamiento. Este evento puede ocurrir de dos maneras principales: el ictus isquémico, que es el más común, ocurre cuando un coágulo bloquea una arteria cerebral, impidiendo que la sangre llegue a las neuronas. Por otro lado, el ictus hemorrágico ocurre cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, provocando una hemorragia interna que daña el tejido circundante. La gravedad de un ictus y sus consecuencias dependen de la rapidez con la que se restablezca el flujo sanguíneo y de la zona cerebral afectada.

¿Qué le sucede al cerebro tras un ictus?

Tras un ictus, las células cerebrales de la región afectada comienzan a morir casi de inmediato debido a la falta de oxígeno. Este daño neuronal puede ser irreversible si no se interviene a tiempo. Sin embargo, el cerebro posee cierta capacidad de adaptación a este tipo de lesiones a través de un fenómeno conocido como plasticidad neuronal, que le permite reorganizarse para intentar compensar la pérdida de funciones.

Un artículo titulado «Mecanismos de recuperación de la función motora tras un ictus», publicado en 2004 en la revista Archives of Neurology, señala que los estudios sobre la plasticidad neuronal tras un ictus muestran que el área cerebral dañada tiene un gran potencial para reorganizarse y recuperarse (Ward et al., 2004). Las investigaciones en neuroimagen revelan que las áreas motoras del mismo hemisferio que sufrió la lesión (ipsilesionales) juegan un papel crucial en el proceso de recuperación, mientras que el hemisferio opuesto (contralesional) también participa activamente en la reorganización cerebral, especialmente en las primeras etapas del ictus.

A pesar de estos avances, los procesos de recuperación dependen de redes neuronales más complejas que integran la actividad de ambos hemisferios cerebrales. Estas redes no solo son cruciales para la restauración del control motor, sino que también influyen en la capacidad de recuperar otras funciones afectadas, como el lenguaje y la cognición. La velocidad y la eficacia de esta reorganización varían según la localización y magnitud de la lesión, el tiempo transcurrido desde el ictus, y la complejidad de las funciones afectadas.

Consecuencias del ictus

Las secuelas de un ictus son diversas y dependen de la región del cerebro afectada y de la extensión del daño neuronal. Las consecuencias más comunes incluyen problemas motores, alteraciones cognitivas, dificultades en el lenguaje y problemas emocionales. En algunos casos, estas secuelas pueden ser temporales y mejorar con el tiempo, pero en otros pueden ser permanentes, afectando significativamente la calidad de vida del paciente.

Entre las secuelas más frecuentes se encuentran:

Déficits motores: Más del 50% de los supervivientes de un ictus experimentan déficits motores permanentes que afectan su capacidad para moverse y realizar actividades cotidianas (Webster et al., 2006). Estos déficits pueden manifestarse como hemiplejía (parálisis de un lado del cuerpo) o hemiparesia (debilidad en un lado del cuerpo). La fisioterapia y la rehabilitación motora son cruciales para ayudar a los pacientes a recuperar la movilidad.

Trastornos del habla y la comprensión: El ictus también puede afectar las áreas del cerebro responsables del lenguaje, lo que provoca afasia (dificultad para hablar o entender el lenguaje) y disartria (dificultad para articular palabras debido a la parálisis de los músculos faciales).

Alteraciones cognitivas: La pérdida de memoria, la dificultad para concentrarse y los problemas en la toma de decisiones son consecuencias comunes tras un ictus. Estas alteraciones cognitivas pueden interferir con la capacidad del paciente para retomar su vida diaria o laboral.

Problemas emocionales y psicológicos: El ictus no solo afecta el cuerpo, sino también la mente. La depresión post-ictus es una condición que afecta aproximadamente a un tercio de los pacientes que han sufrido un ictus, y está asociada con una recuperación más lenta y una menor calidad de vida (Williams et al., 2004). También son comunes los trastornos de ansiedad y el desarrollo de demencia, especialmente en pacientes mayores de 65 años.

Estudios y publicaciones

Según un estudio publicado en 2001 en la revista Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology, la prevalencia de depresión en pacientes con ictus oscila entre el 40% y el 50% en los primeros 12 meses posteriores al evento. Además, aproximadamente el 17% de los pacientes desarrollan demencia en el primer año tras el ictus. Estudios posteriores indicaron que la prevalencia de ansiedad no mostró cambios significativos tras 3 años de seguimiento, lo que sugiere que puede seguir un curso crónico (Driessen et al., 2001). Estas afecciones psiquiátricas pueden tener un impacto significativo en la recuperación del paciente y aumentar el riesgo de mortalidad a largo plazo.

La capacidad de detectar los primeros signos de un ictus y actuar rápidamente es crucial para minimizar el daño cerebral. Es por ello por lo que el conocimiento sobre esta condición es vital, tanto en términos de prevención como de tratamiento. En las últimas décadas, la ciencia ha avanzado enormemente en el diagnóstico y tratamiento del ictus, que han mejorado significativamente las tasas de recuperación. Además, los estudios en neurociencia siguen descubriendo nuevas maneras de reparar el daño cerebral, abrir nuevas vías para la rehabilitación y mejorar la calidad de vida de los pacientes que han sufrido un ictus.

Innovaciones en el tratamiento del ictus

El avance en el tratamiento del ictus ha sido significativo en las últimas décadas, desarrollado nuevas estrategias para mejorar la recuperación de los pacientes. Una de las terapias más innovadora es la estimulación cerebral no invasiva

Dos de las técnicas más prometedoras en el campo de la estimulación cerebral son la estimulación magnética transcraneal (EMT) y la estimulación transcraneal por corriente continua (tDCS, de sus siglas en inglés). Ambas son técnicas no invasivas que utilizan corrientes eléctricas para estimular las neuronas del cerebro y facilitar la plasticidad neuronal. Estudios recientes sugieren que la EMT y la tDCS pueden potenciar los efectos del entrenamiento motor y mejorar la recuperación funcional en pacientes con ictus (Nitsche et al., 2008).

La EMT utiliza un campo magnético pulsado para inducir una corriente eléctrica en el cerebro, mientras que la tDCS aplica una corriente continua a través del cuero cabelludo. Ambas técnicas pueden aumentar o disminuir la actividad cerebral en las áreas afectadas por el ictus, lo que permite una mayor reorganización neuronal y una recuperación más rápida de las funciones motoras.

La importancia de la rehabilitación motora

La rehabilitación motora es un pilar fundamental en el proceso de recuperación tras un ictus. Los ejercicios de fisioterapia, el entrenamiento con dispositivos asistidos por robots y las terapias basadas en la realidad virtual han demostrado ser eficaces para mejorar la movilidad y reducir las secuelas motoras permanentes en los pacientes.

Una de las terapias más utilizadas en la rehabilitación es la terapia de restricción del movimiento inducido, que obliga al paciente a utilizar el lado afectado del cuerpo restringiendo el uso del lado no afectado. Este enfoque ha demostrado ser eficaz para mejorar la movilidad en el brazo y la mano en pacientes con secuelas moderadas (Taub et al., 1993).

El uso de robots asistidos también ha revolucionado el campo de la rehabilitación. Estos dispositivos permiten a los pacientes realizar movimientos repetitivos controlados y supervisados, lo que facilita la recuperación de las funciones motoras y mejora la coordinación.

El papel de la familia y el entorno en la recuperación del ictus

En los últimos años, los esfuerzos por reducir el periodo de hospitalización y promover la atención comunitaria han aumentado considerablemente. La discapacidad ya no se entiende como una característica del individuo, sino como el resultado de una interacción entre la persona con un problema de salud y los factores del entorno: familia inmediata, profesionales sanitarios y servicios de salud (Visser-Meily et al., 2006).

Un estudio realizado en 2006, publicado en la revista Disability and Rehabilitation, examinó el rol de la familia y el entorno de los pacientes que habían sufrido un ictus. Los resultados indicaron que existen múltiples estrategias para fortalecer la participación familiar en el proceso de recuperación. Una de las principales recomendaciones es educar a los familiares sobre el ictus y sus consecuencias en las capacidades del paciente, brindándoles la información necesaria para comprender la situación. Además, se destacó la importancia de entrenar a la familia en las habilidades de cuidado y de integrarla activamente en los objetivos de la rehabilitación del paciente.

En un enfoque centrado en la familia, los puntos fuertes y las necesidades de todos los miembros de la familia, incluido el paciente con ictus, se consideran a lo largo de todas las fases del proceso de rehabilitación y se tiene en cuenta la dinámica familiar. El enfoque centrado en la familia en la rehabilitación del ictus implica un papel central para el paciente en términos de evaluaciones, intervenciones y resultados.

La familia no solo proporciona motivación y aliento, sino que también se convierte en parte activa de la rehabilitación diaria, ayudando a reforzar las terapias y a mantener una actitud positiva frente a los desafíos. Un entorno comprensivo y bien informado puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida del paciente, facilitando la adaptación a las nuevas circunstancias y fomentando una recuperación más completa.

¿Crees que esta información podría ser útil para ti o para alguien que conoces?

En España, la atención al ictus ha ganado una relevancia significativa, reflejada en la existencia de numerosas asociaciones y clínicas especializadas que ofrecen apoyo y tratamiento a quienes lo necesitan. Las asociaciones desempeñan un papel crucial en la vida de los afectados por ictus y sus familias, proporcionando recursos, apoyo emocional y asesoramiento. Entre las más destacadas se encuentran la Fundación Freno al Ictus y la Fundació Ictus, ambas comprometidas con la prevención, la investigación y la inclusión de los afectados. Estas organizaciones trabajan incansablemente para sensibilizar a la sociedad sobre el ictus, promover la investigación científica y apoyar a los pacientes en su proceso de recuperación y reintegración social.

La Fundación Freno al Ictus, por ejemplo, se dedica a desarrollar y promover acciones que buscan reducir el impacto social del ictus en España. A través de campañas de concienciación, proyectos de investigación y actividades de inclusión, esta fundación trabaja para mejorar la calidad de vida de los afectados y sus familias. De manera similar, la Fundació Ictus ofrece acompañamiento a pacientes, familiares y cuidadores, proporcionando información vital sobre la prevención y el manejo del ictus. Estas asociaciones también organizan talleres y grupos de apoyo, creando una red de solidaridad y comprensión que es esencial para la recuperación emocional y física de los afectados.

Además de las asociaciones, España cuenta con clínicas especializadas que utilizan tecnología de vanguardia para el tratamiento del ictus. Un ejemplo destacado es MHS, una clínica que se ha posicionado como líder en el uso de tecnología innovadora para el tratamiento de esta patología en el norte de España. En MHS, los pacientes tienen acceso a las últimas herramientas y técnicas terapéuticas (EMT y tDCS), incluyendo la inteligencia artificial y otras tecnologías avanzadas que facilitan el diagnóstico y seguimiento de los pacientes. Estas innovaciones permiten personalizar los tratamientos y ofrecer una atención más efectiva y adaptada a las necesidades individuales de cada paciente.

La combinación de asociaciones comprometidas y clínicas avanzadas crea un entorno de apoyo integral para quienes buscan ayuda con el ictus en España. Las asociaciones proporcionan un espacio seguro y de apoyo donde las personas pueden compartir sus experiencias y recibir orientación, mientras que las clínicas como MHS ofrecen tratamientos especializados y tecnología de punta para abordar los problemas de salud de manera efectiva. Este enfoque dual no solo mejora la calidad de vida de los pacientes, sino que también contribuye a una sociedad más consciente y solidaria con respecto a la salud.

¿Te interesa aún más el tema?

Te invitamos a explorar las referencias citadas a lo largo de este texto, ya que son una valiosa fuente de conocimiento. Ahí hay mucha información interesante que te puede ayudar a entender todo mejor. Cada uno de estos artículos trae consigo ideas y perspectivas que seguro te van a hacer pensar. Así que, ¡no dudes en echarles un vistazo!

Ward, N. S., & Cohen, L. G. (2004). Mechanisms underlying recovery of motor function after stroke. Archives of neurology, 61(12), 1844-1848.

Webster, B. R., Celnik, P. A., & Cohen, L. G. (2006). Noninvasive brain stimulation in stroke rehabilitation. NeuroRx, 3(4), 474-481.

Nitsche, M. A., Cohen, L. G., Wassermann, E. M., Priori, A., Lang, N., Antal, A., … & Pascual-Leone, A. (2008). Transcranial direct current stimulation: state of the art 2008. Brain stimulation, 1(3), 206-223.

Taub, E., Miller, N. E., Novack, T. A., Cook, E. W., Fleming, W. C., Nepomuceno, C. S., … & Crago, J. E. (1993). Technique to improve chronic motor deficit after stroke. Archives of physical medicine and rehabilitation, 74(4), 347-354.

Driessen, G., Evers, S., Verhey, F., & van Os, J. (2001). Stroke and mental health care: a record linkage study. Social psychiatry and psychiatric epidemiology, 36, 608-612.

Visser-Meily, A., Post, M., Gorter, J. W., Berlekom, S. B. V., Van Den Bos, T., & Lindeman, E. (2006). Rehabilitation of stroke patients needs a family-centred approach. Disability and rehabilitation, 28(24), 1557-1561.

Williams, L. S., Ghose, S. S., & Swindle, R. W. (2004). Depression and other mental health diagnoses increase mortality risk after ischemic stroke. American Journal of Psychiatry, 161(6), 1090-1095.